El día en que Mía decidió irse de viaje, llovía. Era una tarde gris del mes de Febrero y ella se reunía con sus amigos para ultimar los detalles. Escribió en un papel, como es su costumbre, todas las cosas que debía charlar. Desde los gastos, hasta no olvidar la bolsa de dormir y la música para escuchar.
Ya estaban todos en la casa de Victoria tomando mate y hablando de lo que sería ese viaje al Carnaval de Gualeguaychú. La idea era ir en el auto de Martín, aunque no era a gas, pero igual se abarataban los costos. También María dijo que ella ponía la carpa y las bolsas de dormir debían conseguirlas cada uno por su lado. El tema del camping estaba arreglado y las entradas al corsódromo las sacaban allá directo, nadie había tenido tiempo de comprarlas por anticipado en Buenos Aires.
Era viernes y Mía, Victoria, Martín y Juaco, habían pedido permiso en sus trabajos para poder salir antes. Martín pasaba a buscar a Juaco que le quedaba más cerca de donde el trabajaba, de ahí fueron en busca de Mía y por último Victoria. Como es su costumbre los hizo esperar. Pero estaban todos tan felices por irse que ya nada importaba. De fondo sonaba “Te recuerdo” de Cae. Si, suena bizarro, pero así fue. Esa canción, por algo, los unía,
Después de un largo viaje, no tanto por el trayecto, si no por la cantidad de autos que suelen desaparecer de Buenos Aires los días viernes, llegaron al camping Solar de este. Las chicas ya habían ido y sabían lo que era estar ahí. A medida que iban adelantándose en la fila de los autos, se escuchaban los jóvenes que ya habían podido ingresar y mucha música. Se puede decir que el camping se caracteriza, y el que fue lo sabe muy bien, por la joda. Y ellos iban en busca de eso.
Después de algunos trámites y de pagar, pudieron ingresar. Lo que más les costó fue armar la carpa, pero fue un momento muy gracioso. Demasiado trabajo habiendo hecho tantos campamentos juntos en el colegio. Quizás la respuesta estaba en las cervezas que ya se habían tomado.
Esa noche y después de haberse bañado, decidieron salir al centro. Fueron a bailar. Realmente la noche de Gualeguaychú y especialmente los viernes de Febrero, es algo difícil de explicar. Mucha gente, mucha música. Todos en la calles bailando, tomando algo, olvidándose de la semana en sus espaldas. Ya a las 6.30 de la mañana y después de haber conocido bastante gente de distintas partes del país, los chicos volvieron para el campamento. Mía fue la primera en dormirse, mientras Martín, Vicky y Juaco se quedaron charlando afuera de la carpa.
Para el mediodía y antes que los chicos se despierten, Victoria y Mía ya habían sacado las entradas para la noche. Fueron a la playita que da sobre el río Paraná y decidieron almorzar ahí los cuatro. El escenario era inigualable. Agua, arena, música, una especie de boliche armado en la orilla. A la tarde la fiesta empezó y los chicos estaban descontrolados. Se estaba haciendo la hora del carnaval y nadie quería despegarse de ese lugar. Mía y Vicky parecían poseídas por el clima de sábado por la noche y Juaco y Tincho hablaban con unas chicas de Rosario sin parar.
Tuvieron que hacer todo rápido. Bañarse, cambiarse y prepararse para el famoso Carnaval de Gualeguaychú. Llegaron y la primer comparsa Marí Marí estaba por salir al ruedo. Las chicas no podían creer los trajes, los colores, el esfuerzo que hacen años tras año para intentar ser los primeros. Los chicos no podían creer los cuerpos esculturales de las entrerrianas. Cerveza va, cerveza viene, los chicos hoy recuerdan que esa fue su mejor noche, ese fue su mejor viaje.
Agostina Bottini.